jueves, 22 de mayo de 2008

Dire Straits - Sultans of swing

Hace ya un tiempo leí que si nuestro sistema numérico estaba basado en los números del uno al diez era por que tenemos diez dedos. Esto es así por que nuestros ancestros empezaron en su día a contar tal y como lo hicimos nosotros mismos de pequeños, es decir, contando uno a uno con los dedos. Entonces uno se pregunta, ¿Y si debido a la evolución el hombre hubiese desarrollado únicamente tres dedos en cada mano? En ese caso sólo habría 6 números, del 0 al 5 ambos inclusive. Así, pasaríamos del 5 al 10 directamente. Cogiendo papel y lápiz se llega a entender fácilmente.

Con seis dedos muchas cosas hubiesen cambiado. Un ejemplo de ello es que de pequeños hubiéramos podido comprar muchas menos golosinas con la moneda de 100 pesetas, ya que corresponderían a 60 pesetas en el sistema numérico nuestro. Pero seguramente la moneda de 100 pesetas hubiese existido, así como una década serían 6 años y un siglo pues 60. Y todo por el valor simbólico del 10 o del 100. Tan simbólico como relativo.

¿Y todo esto a qué viene? Pues a que este es el post número 100 del blog, así como la canción número 100. ¿Importante? NO. Este post lo habría escrito antes o después dependiendo del número de dedos de los que se nos hubiese provisto. Pero 100 al fin y al cabo.

Y para celebrarlo una canción 10.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Andrés Calamaro - Paloma

Si a uno le preguntan por dos personas que hayan sido capaces de hacer disfrutar a un hincha de River y Boca al mismo tiempo, habría que pensárselo un poco. A mí sólo se me ocurren dos nombres: Diego Armando Maradona y Andrés Calamaro, si bien el primero sólo lo conseguía al enfundarse la camiseta albiceleste. Viendo lo que representan estas dos personas para su país , me temo que estamos ante el primer país católico y politeísta.

domingo, 11 de mayo de 2008

Jamiroquai - Runaway


Desde que los Beatles hiciesen popular Abbey Road mediante el disco que lleva ese mismo nombre, muchos son los grupos que han pasado por los estudios de grabación situados en esa calle. Al entrar en la sala de grabación donde grabaron muchos de sus éxitos Paul y compañía, se debe sentir algo especial. Me imagino que lo mismo que siente un deportista al empezar el calentamiento antes de competir en unas olimpiadas, o lo que puede sentir un violinista al coger su instrumento y sentarse en su silla para tocar en el concierto de Año Nuevo en Viena. Debe ser una sensación extraña, algo a medio camino entre orgullo y responsabilidad. Lo primero porque nunca habrías pensado que llegaría el día y al final lo has conseguido. El segundo porque una vez llegado el momento no puedes fallar.

Unos de esos privilegiados fueron Jay Kay y su banda, Jamiroquai. Al igual que para cualquiera de sus conciertos, se rodearon de buenos músicos y acudieron a su cita. Me imagino al excéntrico Jay caminando a paso firme unos pocos metros por delante de sus compañeros y cruzando el popular paso de cebra. No se detendría antes para mirar a ambos lados por si viniese algún coche. Al fin y al cabo, el sueño lo tenía delante y nada ni nadie se lo iba a quitar. En el video de hoy, Jamiroquai en Abbey Road.