lunes, 15 de septiembre de 2008

The White Stripes - My Doorbell

En Stand Bye. Así estoy después de dejar un trabajo y antes de empezar uno nuevo. Me apetecía, o mejor dicho, me merecía unos días libres para desconectar un poco y empezar con fuerzas en mi nuevo trabajo. Así, sin hacer nada me quedan todavía unos días para ir cargando baterías y mal acostumbrarme a una vida que no se va a parecer en nada a lo que me espera después.

El viernes pasado algunos compañeros me hicieron la típica cena de despedida y de esta forma pude estar de nuevo con la gente con la que he pasado gran parte mi último año. Al acabar la cena, me dieron un regalo y una carta que además de notas escritas por mis compañeros, también contenía imágenes con las que se hacía referencia a anécdotas ocurridas a lo largo de mi estancia en la empresa. Una de esas imágenes, y no por casualidad la más grande, recoge el momento en el que un día al entrar en la cafetería a la que íbamos a diario, se me tiran a los pies dos niños de unos 6 años y me agarran de las piernas durante cerca de un minuto sin dejarme dar un paso, claro está, para jolgorio de toda la cafetería y más aún de mis compañeros. Yo ya tenía olvidado ese momento e hizo que nos riéramos un rato en la cena.

Justo debajo de esa foto venía la siguiente frase, que me recordó a la canción que cuelgo hoy:

“Dejad que los niños se acerquen a mí”.

martes, 9 de septiembre de 2008

Erik Satie - Gnossiennes No 1

Muchas veces cuando ocurre algo que no es demasiado habitual, al poco tiempo se da otro caso parecido. Me explico. No son pocas veces en las que cuando se da un caso como, por ejemplo, un tren que se descarrila en la India, un terremoto, un huracán, se haya a una persona que vive en su casa rodeado de basura,… al poco tiempo se vuelve a dar otra vez. Me llama bastante la atención y la única explicación que encuentro es que los medios de comunicación al elegir qué noticias van a dar, muchas veces eligen noticias que pueden estar de “moda” o que tienen algo que ver con las noticias de los últimos días. Si os fijáis un poco en los telediarios os daréis cuenta de lo que hablo.

Sin embargo, en los últimos días me ha ocurrido una cosa a la que me es imposible encontrar explicación alguna. La semana pasada, echándole un vistazo a un blog de música, me encontré con un post en el que el autor hablaba de la música de un compositor francés: Erik Satie (1866-1925). Me pareció un post interesante y escuché unas canciones que se recomendaban, que por cierto, me gustaron y mucho. Sobretodo Gnossiennes No 1, que en los días siguientes no me pude resistir a escucharla unas cuantas veces.

Pues bien, lo extraño llegó en el concierto de Coldplay sobre el que os escribí en el post anterior. Cuando el concierto estaba cerca de acabar, el grupo británico tocó la canción Politik (por cierto, cada vez que escucho esta canción me gusta más su final) y adivinad el fragmento de qué canción empezó a tocar después Chris Martin con su piano… Gnossiennes No 1.

No lo entiendo, ¿Cómo puede ser que tres o cuatro días después de que llegue por primera vez a mis oídos una canción compuesta por una persona que murió hace 83 años, la vuelva a escuchar en un concierto de Coldplay? Y aquí sí que mi teoría de que los medios de comunicación eligen qué noticias dar no vale para nada.

Si bien ya la canción resulta intrigante, misteriosa, fría... Os puedo jurar que esas sensaciones las sentí yo pero elevadas al cubo cuando Chris empezó a pulsar las teclas de su piano. Erik, ¿Estas ahí?

lunes, 8 de septiembre de 2008

Coldplay - Yellow -

Ayer fui uno de los privilegiados que pudieron ver la actuación de Coldplay en Barcelona. Los había visto en directo en San Sebastián en el 2005, en su gira anterior en la que presentaban su disco X&Y. Ese concierto estuvo tan bien que me animé a ir en buena compañía a Barcelona para verlos de nuevo, y no me arrepiento, el concierto fue simplemente perfecto. Vayamos poco a poco.

Tuvimos la suerte de poder situarnos en la cuarta o quinta fila, a apenas unos 3 metros del escenario y a eso de las 20:15 empezó la actuación de los teloneros, Albert Hammond Jr. Este grupo actuó una media hora y siendo sinceros no me gustó ni un pelo. La única referencia que tenía de ellos era que un miembro de esta banda tocaba en el famoso grupo The Strokes y la conclusión que saqué es que me gustan tanto como este último grupo, es decir, nada. Como los Strokes, tenían canciones con melodías guitarreras pegadizas pero poco más. Si algún fan de estos grupos lee esto que no se moleste, esto que acabo de escribir no deja de ser más que mi humilde opinión.

Los teloneros dejaron el escenario y a las 21:40, con 10 minutos de retraso hizo aparición el grupo principal. Iniciaron el concierto con Live in Technicolor y continuaron con Violet Hill y Clocks, consiguiendo que el alrededor de los 18.000 espectadores que acudieron a la cita se enchufasen enseguida al concierto. Chris Martin no paraba de moverse de un lado al otro del escenario, interactuando sin tregua con los espectadores que no dejaban de cantar las canciones.

Y esa me parece que es la clave que hace que los conciertos de Coldplay sean especiales. Los cuatro miembros del grupo se muestran como 4 personas más que están gozando del espectáculo, me atrevería a decir que incluso más que las personas que tienen delante. Y es que si habría que dar dos adjetivos para describirlos yo diría que son sencillos y cercanos. Sencillos por el escenario y por la puesta en escena, demostrando que sin extravagancias se puede hacer algo espectacular. Cercanos porque no dejan de interactuar con el público. De hecho, uno de los momentos más especiales del concierto fue cuando dejaron el escenario y mientras la gente pedía que volviesen al tablón aparecieron entre la gente (literal) en una de las gradas y continuaron el concierto. Y eso es extraño para una banda de semejante popularidad. Todavía me acuerdo del concierto de hace dos años de Bob Dylan, en el que no se dirigió al público en todo el concierto. Vaya diferencia…

En fin, que me voy por los cerros de Úbeda. El repertorio se basó principalmente en el último disco, 'Viva la Vida and Death or All His Friends', de la que tocaron casi todas sus canciones. Aún así también hubo tiempo para clásicos de discos anteriores (Sí, clásicos, creo que ya se les puede empezar a llamar de esa manera). Aún así, me quedé con la pena de no escuchar en vivo temas como A rush of blood to the head, o Spies, que son de mis preferidas. Pero bueno, comprendo que en apenas 2 horas de concierto no se puedan incluir todas las canciones. Chris & Company, quedan ustedes perdonados…

El directo del grupo fue perfecto, llegando incluso a mejorar las canciones grabadas en los discos. En mi opinión, en sus conciertos consiguen acentuar incluso más los cambios de sensaciones que tienen sus canciones grabadas. Y es que muchas de sus canciones son como montañas rusas que en los escasos 5 minutos que duran pueden llegar a transmitir desde la mayor de las calmas, con un Chris Martin sólo ante el piano, a una intensidad apabullante con el guitarrista John Buckland al mando. En fin, como la vida misma.

Aún así, sí que tengo un “pero” para el concierto. Cuando os digan que todo es bueno, bonito y barato no hagáis caso, tiene que haber gato encerrado. Siempre hay algún “pero”. Y es que tocaron unas versiones de God Put A Smile Upon Your Face y Talk un tanto (a decir verdad muy) raras. Intentaron animarlas con sonidos electrónicos, pero en mi opinión no hicieron más que destrozarlas. Vuelvo a decir que no deja de ser más que mi humilde opinión, por que tengo que reconocer que me pareció que a la gente le gustó.

Y eso es más o menos lo que dio de sí el concierto, del que salí con una conclusión bien clara: No me importaría lo más mínimo volver a verlos. Os dejo con la última canción del concierto de ayer. Un clásico.